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6-10-2014|9:00|Lesa Humanidad Nacionales
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Campo de Mayo: cómo era trabajar en el Hospital Militar

Hoy declaran una laboratorista, una enfermera y una partera que cumplieron tareas en ese centro médico durante la dictadura. También dará su testimonio una perito calígrafa. En la causa hay cinco imputados, entre ellos, el dictador Reynaldo Bignone.

Por: Cecilia Devanna

Las preguntas sobre el funcionamiento de la maternidad clandestina del Hospital Militar Campo de Mayo, la guarnición militar más grande del país, se suceden una tras otra en el juicio por la sustracción de menores ocurrida allí. En el debate, que comenzó el 17 de septiembre y se extenderá hasta mediados de diciembre, hoy declararán cuatro mujeres: tres de ellas trabajaron durante la dictadura en ese centro y la otra es una perito calígrafa. En las últimas audiencias declararon la nieta 110 recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo y una obstetra que trabajo en el hospital, cuyo testimonio fue clave para la causa.

Los imputados son el responsable de la zona, Santiago Riveros, el dictador Reynaldo Bignone, los médicos militares, Raúl Eugenio Martín y Norberto Atilio Bianco y la partera Luisa Yolanda Arroche de Sala García. La mujer reconoció, en un juicio anterior, haber atendido partos de mujeres en cautiverio. El juicio se realiza ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 6 que, en 2012, sentenció que hubo un plan sistemático de apropiación de bebés y condenó a Jorge Rafael Videla a 50 años de cárcel.

En la audiencia de hoy atestiguarán Nora Haydée Dinapoli, Elba Raquel Lillio, y Ernestina Larretape, que trabajaron en el Hospital Militar de Campo de Mayo durante la dictadura, y la perito calígrafa, Patricia Méndez. Dinapoli era laboratorista, Larretape, enfermera, y Lillio, partera. Las expectativas de la audiencia están puestas en el testimonio de Larretape, “porque ella atendió a varias mujeres en el sector de ‘epidemiología’ del hospital”, dijo a Infojus Noticias una fuente de la investigación. Con el nombre de “epidemiología” se conocía al pabellón en el que estaban las detenidas embarazadas. Larretape “ya declaró cuatro veces, pero esta es la primera vez que lo hace durante un juicio. Estuvo en varios partos e hizo el control de varias embarazas. En el Hospital primero trabajó como enfermera de cuidados intensivos y después de obstetricia”, agregó la misma fuente.

Las otras oportunidades en las que Larretape declaró fue ante la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas (CONADEP), en la causa del Plan Sistemático y ante la Justicia Militar. También será clave el aporte que dará Méndez que realizó “la pericia que estableció que era la firma de Arroche la que figuraba en el acta de nacimiento de Francisco Madariaga”, explicó la fuente. Francisco fue el nieto 101 recuperado por Abuelas y Abel, su papá, es secretario de la entidad y lo buscaba desde 1983.

El joven nació en el hospital militar de Campo de Mayo, en julio de 1977. Su mamá, Silvia Mónica Quintela, era, al igual que Abel, militante de Montoneros, fue secuestrada el 17 de enero de ese año por un grupo de tareas de la dictadura, tenía 28 años y estaba embarazada de cuatro meses.

La llevaron al centro clandestino de detención El Campito, donde la vieron varios sobrevivientes. En julio de 1977 fue trasladada al Hospital Militar, donde le hicieron una cesárea, en la que dio a luz a un varón al que le puso de nombre Francisco, como quería Abel. La búsqueda del bebé la empezaron las abuelas del menor y la siguió Abel cuando regresó la democracia y él pudo volver del exilio.

Para hoy también está citada la enfermera de obstetricia Julia Olga Flores, pero tanto la fiscalía como el Tribunal fueron informados por los familiares de la mujer, que ella había fallecido, pero no presentaron aún el certificado. Se prevé que los representantes del Ministerio Público Fiscal pidan que el testimonio que se incorpore por lectura ya que en varias oportunidades ella aportó “datos contundentes, como que había atendido a varias personas detenidas y lo ubicó a Bianco en varias situaciones”.

Testimonios contundentes

Las audiencias del juicio se realizan todos los lunes y miércoles en la sede de Comodoro Py. En la jornada del lunes, la primera en declarar fue Valeria Gutiérrez Acuña. Ella es la nieta 110 recuperada por Abuelas, organización de la cual su abuela paterna, Vilma Delinda Sessarego de Gutiérrez, fue una de las fundadoras. Valeria, de 37 años, que en febrero supo que era hija de Isabel Acuña y Oscar Rómulo Gutiérrez, contó que a ella su apropiadora le había dicho que la habían “abandonado al costado de una ruta” y que unos compañeros de trabajo su apropiador, el fallecido comisario, Rubén Fernández, que sabían que ya tenía un hijo adoptado, “lo llamaron para preguntarle si no quería otra más”.

El miércoles hubo un testimonio fundamental para la causa: el de la obstetra Nélida Elena Balaris. La mujer, de 72 años, contó que participó en dos partos de detenidas en Campo de Mayo y que a su “edad son una mochila muy pesada que llevo. A medida que pasan los años es cada vez peor”. Sobre el primero de los dos partos, Balaris contó que le llamó la atención ver que la mujer “era llamativamente canosa y no emitió ningún sonido, no se quejó, ni nada. Tenía los ojos vendados y estaba con custodia”, contó. La parturienta estaba en la sala de Epidemiología, a la que le decían “el fondo”, contó, sobre el pabellón donde había detenidas-desaparecida en el Hospital Militar de Campo de Mayo.

En su esfuerzo por describir a esa mujer dijo que creía que tenía alrededor de 40 o 41 años. No recordó si el bebé que nació fue nene o nena. Después de ese momento Balaris no volvió a ver a la mujer, ni al bebé.
Luego habló sobre el segundo parto. “Es el más doloroso de todos”. Estimó que la parturienta tendría alrededor de 30 años o quizás menos. Era rubia, de tez clara y tenía los ojos vendados. El bebé fue varón y el frío que hacia ese día hizo que Balaris tuviera que pedir permiso para que le dejaran poner el bebé sobre el abdomen de la mamá, “para mantenerle el calor”.

Balaris le dijo que ella había sido “partícipe inocentes de lo que había estado pasando”. Movilizada agregó: “Si a mí me decían la secuencia de cómo fue lo que pasó (con las mujeres y sus bebés), yo me hubiera escapado del país”. Y entonces explicó que varios años antes de la dictadura, cuando se formó profesionalmente, en el Hospital Argerich había atendido varios partos de mujeres detenidas, que se iban de ahí con sus bebés y que en estos casos pensó que sería así.
 

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